domingo, 29 de noviembre de 2009

Muse, "amusing", El Palacio de Deportes lo peor...

Menos mal que el concierto de Muse ayer en Madrid estuvo genial, porque la organización dejó muchísimo que desear. Menos mal que sonaron como nunca, con un sonido cristalino y envolvente, una puesta en escena única y un montaje expectacular. Una simbiosis perfecta de imagen y sonido: vídeo, música y luz bailando en directo. Futurismo en estado puro. Consiguieron una combinación sublime de los sentidos en el Palacio de Deportes. El público bailó con los ojos, escuchó con el cuerpo y vio con los oídos. Su último trabajo The Resistence lo merece. Si no lo has escuchado, no lo dudes.

La banda británica triunfó haciendo como un viaje al futuro, pero no puedo decir lo mismo del nuevo Palacio de Deportes, que a nivel de organización se quedó en la Edad Media. No recomendaría ir a ver ningún concierto en ese recinto si puedes evitarlo. Primero no numeraron las entradas, y como me han comentado que ya había ocurrido otras veces, el gallinero fue lo primero en llenarse. Tuvimos que esperar una cola de una hora, que daba dos vueltas a la plaza de Felipe II y una vez dentro reinaba el caos. Las puertas abrieron a las 7 y nos comentaron que mucho antes de las 8 ya habían cerrado el gallinero.

Logicamente el caos reinaba en el estadio, como borregos buscando un sitio libre en las gradas, sin ningún tipo de organización... Me pregunto por qué no numerarían las entradas y las pondrían precio diferente según el sitio. A lo mejor les sale más rentable cobrar lo mismo si estás en primera fila que en el último asiento de la grada... Lamentable.

Luego un detalle también a la organización los precios ajustados a la crisis: 10 euros un mini de cerveza. Debe ser que los mochilaman cobran muy bien...

Por último me encantó el adorno que colgaba en el techo del estadio. Una señal decorativa de prohibido fumar... Si algo me gusta de España es que la gente se lo salta a la torera, porque en este país nadie cumple las normas y nadie vigila para que se cumplan. Supongo que estoy convirtiéndome en una ex fumadora intolerante, porque la verdad que algún cigarrito me habría echado yo también... Pero que quiten la señal y se dejen de hipocresias.

En fin que Muse y su último disco una pasada, aunque no tocaron Invincible y la verdad que eso me dejó un sabor agridulce... Pero lo que no se salva de ninguna forma es el Palacio de Deportes. Si podeis evitarlo, yo no iría a ver ningún concierto allí hasta que aprendan a organizarlos y bajen los precios del bar.

Fuiste al concierto de Muse, ¿qué te parecio? ¿qué te parece el palacio de deportes a la hora de organizar conciertos?

sábado, 21 de noviembre de 2009

Instrucciones para volver a enamorarse

Para que ocurra, primero hay que borrar el disco duro, desprogramar la mente, perder todos los archivos de relaciones anteriores que dañaron tu sistema vital como virus incurables. Resetea de nuevo tu existencia y vuelve a encenderte de nuevo, con un innovador sistema de arranque que evite la comparación odiosa.

Se trata de que envíes a la papelera de reciclaje todos los documentos de rupturas anteriores: los fuegos amargos ya extinguidos, las ilusiones apagadas y las señales de humo ignoradas. Olvida tus secuestros y raptos, evitando caer en el síndrome de Estocolmo y aquellas respuestas que nunca obtuviste. Elimina para siempre los momentos que te vaciaron: las veces en que te arrastraste y se enterró tu amor propio; en que cediste tu espacio y terminaste perdiendo solo en el campo contrario; en que lo diste todo sin recibir lo esperado. También debes perder tus invenciones irremediables y el descubrimiento tardío de la ceguera sufrida, el instante en que se cayó la venda y viste, tras sentir un clac interior. Pulsa la tecla suprimir, seleccionando todas tus expectativas infectadas de desengaños.

Entonces, una vez limpios, en tus circuitos fluirá de nuevo un líquido exento de dolor y el sistema de ventilación renovado te permitirá el frescor del aire nuevo. También deberías incorporar a tu equipo un nuevo salvapantallas de optimismo. De esta forma habrás recuperado tu conexión con el mundo.

Llegado este punto, ahora, tendrás que valorar la tecnología con que estas hecho y sentirte orgulloso de tu fabricación. Si no, volverás a poner en esa persona aquello que crees que te falta, egoístamente. Querrás que te salve y terminarás creyendo que no puedes encenderte sin ella a tu lado y entonces terminará ocurriendo lo peor, la acabarás necesitando y finalmente os acabará atacando el virus que provocará vuestro cortocircuito.

Finalmente, tras el formateo, sólo tendrás que dejarte fluir por la red de redes, de nuevo inocente para entregar. Entonces llegará el chispazo y un día te retroalimentarás con otro y volve intercambiar archivos. La clave quizá se encuentre en luchar por mantener sistemas operativos completamente diferentes.

Pulsa aceptar y guardar cambios y el programa para volver a enamorarse se habrá instalado con éxito en tu disco duro.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Las Manos

Hilanderas del Cosmos, sastres del Universo:
Hilos que cosen al sujeto con el objeto.
Los primeros roces unen patrones con alfileres
y luego, como agujas, van hilvanando retales
hasta confeccionar trajes con que cubrir abismos.
Arañas que tejen redes con que capturar respuestas.
Peines que cepillan y desenredan para alisar el terreno.
Arqueólogas, cazadoras y coleccionistas.
Iris de piel con mirada táctil que exprimen esencias.
Desabrochan los botones del mundo para intentar desnudarlo.
Le van quitando prendas todos los días, pero sus capas son infinitas.
Incapaces, nunca conseguirán desvestirlo del todo.
Exploradoras de nuevos lugares donde clavar banderas.
Científicas empíricas:
primero fue la chispa, luego la llama y después, la llaga.
Respuestas que se acarician, verdades que se tocan.
Cogen pedazos vitales y los guardan en bolsillos que te acompañan.
Se comen las cosas con diez dientes.
Dientes que muerden, mastican y tragan.
Extensión del objetivo focal con las que podemos tocar la imagen.
Ojos del ciego.
Organizadoras del caos:
Sólo existe aquello que tocan.
Se enlazan unas con otras y se convierten en salvavidas
que te permiten flotar a los miedos intangibles;
en andamios si se apoyan en el hombro amigo,
para apuntalar tabiques cuando la estructura tiembla.
Sicarios de deseos.
Cometen crímenes en terrenos corporales.
Cerillas que se rascan en la piel originando incendios de escalofríos.
Sacian la sed del placer, solitario o compartido.
Tocan teclas y suenan orgasmos.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Donde residen las musas

Este fin de semana he encontrado a las musas.
No están lejos.
Sólo hay que dejar atrás las obligaciones y las rutinas.
Se asoman cuando el cuerpo está en paz.
Sin tensión, trajes-corbata o maquillaje.
Te visitan cuando sales de ti mismo.
Cuando te conviertes en ninfa
y se funde tu cuerpo con la naturaleza.
Entonces se liberan las palabras,
ráfagas de letras que forman cuentos o poesías
o proyectos que decoran hojas vacías.
A su lado todo es calma,
y no necesito nada.
Él libera mi alma,
y las musas vienen.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Cosas que (aún) no he hecho…

Aún no he pisado a la luna,
ni kilómetros de tierras, mares y montañas.
Tampoco he atendido la llamada de África,
ni he visto edificios que rascan nubes,
el hielo de la Antártida, Canadá o los canguros de Australia.
No he montado en góndola, ni subido a la torre Eiffel.
Ni pronunciado dos te quieros imposibles
y un te odio por el daño que me hiciste.
Tampoco he conseguido vomitar la historia
de tres personajes que centrifugan en mi estómago.
No he sido madre, ni hija o hermana perfecta
y no me he tirado en paracaídas.
No he aprendido a bailar danza del vientre, tango o flamenco.
No me he despedido de personas que no volveré a ver nunca,
o que ni siquiera he conocido.
No he dejado de soñar, conocer o ilusionarme,
de inventarme lugares donde escapar,
para hacer lo inalcanzable,
ni de imaginar otras vidas y vivirlas.
No me he anclado a una hipoteca,
ni me quedé a vivir con mis padres hasta los treinta.
No he dejado de reconocerme en mi reflejo.
Nunca he puesto los cuernos a un novio,
ni dejado suelto un “y si hubiera”.
Aún no he hecho ni un cuarto de lo que quiero,
pero lo que no pueda hacer, lo soñaré en mil cuentos.